La prudencia debería ser una virtud de cualquier comprador, pero debería ir acompañada de otra virtud, la agilidad. Con esta última serás capaz de evitar que tu inmueble favorito escape a manos de otros. En ocasiones hay que ser rápidos en la toma de decisiones, a nadie le gusta decidir con prisas o sentirse presionado y somos conscientes de ello. Comprar un inmueble es algo que uno no realiza a diario y a veces aparecen en escena la incertidumbre o el estrés, normalmente como consecuencia de no haberse asesorado profesionalmente y a su debido tiempo para estar preparado como futuro comprador. A la hora de cerrar un trato, todo empieza antes.
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